Algunas especies son utilizadas para producción de miel y, en el caso de la miel de mariolas, se aplica como antibiótico y medicina ocular, tanto para conjuntivitis, como para prevenir cataratas. Esta práctica es común poniendo desde la miel pura directamente en los ojos o haciendo dilusiones de hasta un 50% de miel en agua destilada.
Si bien todas las abejas corbiculadas producen miel, algunas especies de abejas sin aguijón tienen hábitos y comportamientos que hacen que sus mieles no sean aptas para el consumo humano, pues suelen utilizar excrementos de animales para mezclar la cera y reforzar algunas estructuras de la colmena, y los coliformes permanecen vivos a pesar de las propiedades antibióticas de la miel.
Algunos meliponicutores pasteurizan la miel, incluso la de mariolas, jicotes y soncuanos, pues en el trópico es común que los gecos y lagartijas ronden las colmenas para cazar a las abejas y sus excrementos quedan sobre el exterior de la caja, portando una amplia diversidad de bacterias, entre ellas la Salmonella. A la hora de manipular los contenedores es posible que estas bacterias logren infectar la miel y sobrevivir a sus efectos antibióticos.
Los meliponinos producen pocas cantidades de miel al año, por lo que en términos de volumen no pueden competir con las abejas melíferas, pero la calidad es muy superior en términos de antibióticos (excepto con algunos microorganisos muy resistentes como lo vimos anteriormente), por lo que el uso de estas mieles es más medicinal que gastronómico, aunque sus sabores pueden ser muy diversos, desde muy dulces, hasta agrios y herbales.
La meliponicultura es más popular en las zonas rurales de Colombia y México, y en menor intensidad en el resto de América Latina. En el caso de México, la meliponicultura se desarrolla en todo el territorio y principalmente por pueblos indígenas; un ejemplo es el pueblo de Oxaca, donde las colmenas se colocan en jarrones de barro, colocando en uno de ellos el núcleo de cría y poniendo luego otro jarrón justo encima, se sella con barro o cera dejando solamente el espacio de la piquera, y predomina el uso de las especies del género Melipona. En el caso de Colombia, la meliponicultura se da utilizando estructuras de madera tal y como las conocemos en Costa Rica, las cuales consisten en casitas de madera con varios niveles que pueden ser retirados para cosechar la miel.