Detalle del trabajo de campo

Detalle del trabajo de campo realizado durante la inspección del Museo Nacional de Costa Rica
(Fotografía Colección MNCR, M. Rojas).

FUNCIÓN DEL PECIO

Por las características del pecio localizado, se ha inferido que la embarcación tenía un bajo calado, lo que corresponde con el tipo de barcos que se requerían para las actividades de comercio, contrabando o incluso de incursiones hostiles (Rojas et al. 2018:11). Sin embargo, durante la investigación se ha aprendido que si no hay material que acompañe al pecio es un riesgo determinar su función (comercial, oficial, guerra, etcétera).

PABELLÓN DE LA EMBARCACIÓN

La investigación bibliográfica cambió la idea previa de que la identificación de una tradición constructiva naval permitiría conocer el pabellón de la embarcación. Si bien las flotas nacionales estuvieron formadas por barcos construidos en sus astilleros, también contaban con navíos capturados al enemigo (O’Donnell 2008:26, 31) y, por otro lado, los estados realizaban encargos y compraban embarcaciones a otras naciones.

Un ejemplo de esto, lo es la composición de los pabellones de las embarcaciones fletadas por la Real Armada Española en la bahía de Cádiz en 1781 (Gella 1983:12): 37 españolas, 11 genovesas, 9 holandesas, 5 suecas, 4 napolitanas, 3 portuguesas, 2 imperiales, 1 toscana y 3 no identificadas. Además, el poder del imperio le permitía a la monarquía española “asientar, fletar, embargar, apresar o requisar también buques extranjeros, incluidas sus dotaciones” (Olesa 1983:37). Otro ejemplo, lo constituye la flota inglesa para mediados del siglo XVIII, que “se componía en parte no despreciable de presas hechas al enemigo, especialmente francesas” (O’Donnell 2008:26).

Otra estimación que se había hecho originalmente era que la identificación del tipo de madera también permitiría conocer el pabellón (Rojas et al. 2018:11). Ahora se sabe que no necesariamente, ya que la materia prima podía ser importada de otros países, y, por ejemplo, no por el hecho de ser madera de los Alpes significa que el pabellón del pecio de Manzanillo fuera francés, esto debido a que la madera americana llegó hasta los astilleros europeos (de Aranda 1999:24), así como la madera europea también llegó a América.

Trabajo de laboratorio

Detalle de la madera del fragmento de la embarcación hallado en Playa Manzanillo
(Fotografía MNCR, JC. Calleja).

Como se ha mencionado, la especie de madera identificada en el pecio, por el especialista del TEC, fue la Larix decidua o alerce (Moya 2019:2). En el siglo XVIII, dicha especie junto con el álamo negro y el pino eran consideradas “buenos para tablas, cintas de forros y en general para piezas de vuelta” (de Aranda 1999:23). La obra muerta, esto es, la que queda por sobre la línea de mar, como los altos y la superestructura, convenía realizarla con madera más liviana, de menor coste y por tanto permitía no disminuir la estabilidad de la embarcación (de Aranda 1999:24). Un ejemplo de esto y de la importancia de conocer datos sobre los sistemas constructivos, se obtiene de la Ordenanza Española de 1618, que en el artículo 58 indica:

La tablazón de la puente, tolda y castillo, ha de ser de pino, y si fuere posible, sea de Flandes, porque es más liviano: y de allí para arriba la tablazón también de pino, porque no tenga peso arriba, que cause balance, la cual tablazón ha de ser conforme al porte de la nao, como arriba está dicho.

Detalle de la tablazón del pecio

Detalle de la tablazón del pecio
(Fotografía MNCR, JC. Sánchez).

Las embarcaciones, además, también fueron construidas y reparadas en los astilleros ubicados en el continente americano, como por ejemplo en La Habana y en Cartagena (de Aranda 1999:38). De hecho, los astilleros americanos produjeron cerca de un tercio de las embarcaciones fabricadas entre los años 1715 y 1759 (Pradells 2006:50).

Datación

Existe una alta probabilidad de que la embarcación se ubique en el lapso de tiempo entre 1721 y 1818. Aunado a esto, se tiene conocimiento de que entre los años 1752 y 1795, en España, entra a regir un nuevo sistema constructivo al que se le denomina “a la inglesa” (Fernández 1895:363; de Artiñano 1914:162; Pradells 2006:51; O´Donnell 2008:13, 24, 34; Hormaechea 2012:1). El objetivo era disponer de una flota equiparable a la inglesa en coste y eficacia (O´Donnell 2008:26, 32). Sin embargo, este sistema encontró una fuerte oposición de los maestros astilleros españoles (O´Donnell 2008:13), ya que por un lado los hábitos propios de un sistema de construcción son difíciles de cambiar, y por otro, para esta época muchos de los constructores no sabían leer ni escribir, pero poseían un gran conocimiento empírico (Pradells 2006:55).

El ámbito de lo marítimo, esgrime Casado (1998:171), “pertenecía a la cultura de la palabra dada, lo que ha motivado que sea raro y escaso el rastro dejado en la escritura, sobre todo por lo que respecta a las unidades de mediano y pequeño porte”, como en el caso que nos atañe. Poniendo en perspectiva lo anterior, es importante tener claro que en un barco se encuentra todo el conocimiento tecnológico de la época, básicamente estos eran el transbordador espacial del momento (Felipe Cerezo, comunicación personal 2019).

Un dato importante de señalar, es que la datación está ubicando el momento de corte del árbol utilizado para construir el sollado de la embarcación, y no el momento de la construcción per se de la misma. Estudios han precisado que los periodos más importantes en lo que respecta a la corta de maderas, durante el siglo XVIII, fueron entre 1726 a 1727, 1740 a 1750 y 1770 a 1780, tanto en la península como en ultramar (de Aranda 1999:65).

Vista lateral del fragmento

Vista lateral del fragmento de embarcación de madera hallado en Playa Manzanillo
(Fotografía Colección MNCR, JC. Sánchez).

Los datos recolectados indican, que, para esta época, la avidez por la construcción de barcos era muy alta, razón por la cual los maderos no reposarían largos periodos de tiempo en los astilleros sin ser utilizados (O’Donnell 2008:30). Por ejemplo, la construcción “a la inglesa” en sus primeros años involucró experimentar con las maderas, como, por ejemplo, el curarlas “en agua salada por tiempo de dos años antes de labrarlas” (Fernández 1895:358).

Aunado a lo anterior, se tiene conocimiento de que para 1752 “en los arsenales peninsulares se alcanzaron los 200.000 m3 de madera de roble con un uso máximo hasta 1762” (de Aranda 1999:43), es decir el almacenamiento de madera existente en todos los astilleros tendría un uso no mayor a los diez años. Aunque para el siglo XVIII, tanto el consumo de madera como el coste de la construcción de las embarcaciones oscilaba constantemente (de Aranda 1999:44).

Según se desprende de la investigación bibliográfica realizada hasta ahora, durante el siglo XVII, la cabilla de madera era habitual en la construcción inglesa y holandesa, mientras que en la española predominaba la clavazón de hierro. Lo anterior, debido a que España disponía de abundante hierro de excelente calidad en la costa cantábrica, además, fabricaban buena clavazón y a un precio razonable. Con la reforma “a la inglesa” se sustituye la clavazón de hierro, en todas las partes posibles, por cabillas de madera (O’Donnell 2008:37; Hormaechea 2012:11).

A lo anterior, debe sumarse la apreciación realizada por el profesor Felipe Cerezo del UCA (comunicación personal 2019), quien manifestó que el hecho de que en las varengas y genoles no se vean choques, “se puede descartar que sea un barco de tradición hispanofrancesa de finales del XVIII, aunque no hay que descartar que pudiera ser civil”. Además, añade que “el problema es la construcción civil de esta época, que no está muy bien estudiada”.

Cabillas de madera

Fragmento de madera hallado en Pecio Manzanillo (L-322 PM) con evidencia de cabillas de madera
(Fotografía Colección MNCR, JC. Calleja).

Conservación

La consideración de sepultar el pecio en un ambiente con mucha humedad, en el sector intermareal, trataba de responder a lo establecido por la UNESCO (2013:182) en la Norma 24, cuando dice: “al extraer un objeto del lecho marino inevitablemente se seca, lo que acelera su degradación”.

Playa Manzanillo

Sector de Playa Manzanillo en el que se encuentra enterrado el fragmento de la embarcación hallada
(Fotografía Colección MNCR, JC. Calleja).

Dicha acción se consideró una solución viable pues el hecho de que durante la marea alta se cubre el área en que se encuentra enterrado el pecio permite a la estructura estar en un ambiente lo más parecido posible a su lugar de origen. Además, su ubicación permite medir la eficacia de la estrategia de protección mediante un sistema de visitas periódicas, lo cual permitiría actuar si fuera necesario ante cualquier modificación perjudicial que sea detectada (UNESCO 2013:124).

Pecio Manzanillo semienterrado

Pecio Manzanillo semienterrado en Playa Manzanillo
(Fotografía Colección MNCR, cortesía L. May).