La exposición es un homenaje a la ciudad de San José al cumplir, en 2024, doscientos años como capital de Costa Rica.
Instalada en el espacio del Museo conocido como Las casas de los comandantes, la muestra se extiende por los distintos aposentos de las viviendas donde habitaron el primer y el segundo comandante, junto con sus respectivas familias, durante el funcionamiento del entonces Cuartel Bellavista, antes de su cierre operativo en 1949 con la abolición del Ejército Nacional.
Las dos casas acogen a sus nuevos huéspedes temporales: decenas de fotografías y objetos de la colección histórica, así como varios ejemplares de las colecciones de historia natural del Museo Nacional de Costa Rica, que dan testimonio de la transformación de la sociedad, del espacio, de la arquitectura y de los cambios en el entorno natural de la principal ciudad del país.
El concepto de patrimonio se desarrolla como hilo conductor y se aborda desde dos aristas: como patrimonio material representado en monumentos, edificaciones, objetos arqueológicos, documentos, bienes históricos y fotografías; y como patrimonio inmaterial incluyendo tradiciones, conocimientos, prácticas y costumbres.
Al frente, en la vitrina: un gramófono, de la reconocida marca Víctor, y un teléfono con el identificador TN del Teatro Nacional. Al medio: caja de seguridad marca Marvin Safe Co. y una imprenta marca Goldwing & Co. Al fondo: trinchante de madera y vidrio construido para el Museo Nacional por la Oficina de Obras Públicas de la Secretaría de Fomento en 1917.
La muestra relata tres grandes momentos en la historia del territorio que hoy llamamos San José: primero, la época en que fue habitado por comunidades indígenas; luego, la colonia, cuando forzadamente se estructuró bajo el esquema de una villa, con sus cabildos o ayuntamientos; y, finalmente, la etapa que llega hasta el presente, en la que el crecimiento paulatino y exponencial de la población, las edificaciones, las instituciones públicas, el comercio y las empresas privadas dan pie a su rol de capital, el cual ha evolucionado hasta su actual configuración.
Reflejo de esa evolución son los objetos, los edificios, los saberes y las tradiciones que revelan la esencia de los costarricenses y los cambios en su pensamiento y forma de vida. Algunos de estos testigos se han conservado en el Museo Nacional de Costa Rica como parte de sus colecciones, desde sus inicios en 1887, en consonancia con su lugar de ubicación: San José.
HUELLAS PATRIMONIALES
La que fuera la casa del segundo comandante recibe a los visitantes y los remonta unos 2000 años atrás, con evidencia de la ocupación humana en la Región Central del país, donde habitaron dos grandes señoríos huetares: El Guarco y Garabito, este último comprendía el territorio de la actual ciudad de San José. En la actualidad, la descendencia de estas poblaciones se concentra en los territorios indígenas de Quitirrisí, en el cantón de Mora, y Zapatón, en el cantón de Puriscal.
En este primer salón también se relatan los impactantes y cruentos cambios vividos por los indígenas durante la colonia, en el siglo XVII. El establecimiento de la Villa Nueva de la Boca del Monte, entre los pueblos indígenas de Aserrí, Curridabat, Barva, Pacaca y Escazú, bajo el control de las autoridades y de la iglesia; así como la construcción y el establecimiento de ermitas, templos y cementerios dieron pie a la distribución del espacio y, por ende, a la dinámica social y política.
Para el siglo XVIII, el núcleo de San José contaba con una plaza; a su lado se encontraban la ermita, el edificio de la Factoría de Tabacos -que impulsó la economía siendo San José el principal productor de tabaco-, el cabildo o ayuntamiento y las casas de los vecinos principales.
Vasijas de cerámica policroma de la Región Central, de 900 a 1550 d. C. son evidencia de las poblaciones indígenas existentes a la llegada de los españoles, organizadas en aldeas, cuyas diferencias sociales y manifestaciones de poder se reflejaban en la posesión de objetos ceremoniales y suntuarios.
Para poblar Villa Nueva en 1755 el alcalde de Cartago ordenó: “… sacar y poner a servir las mujeres viudas y solteras y los muchachos en oficios públicos bajo escritura, y los que fueren casados se destinaran unos a poblar a Esparza y otros a arrabales de dicha ciudad, procediendo, antes del destierro a aplicarles la pena corporal que por derecho está prevenida para castigo de inobedientes, a más de quemarles los ranchos…”.
Cleto González Víquez, 1958.
ECONOMÍA, POLÍTICA Y SOCIEDAD
Saliendo por un pasillo de la casa del segundo comandante y cruzando un pequeño jardín interno que divide ambas moradas, se llega a la que habitó el primer comandante. Aquí inicia la segunda parte de la exposición San José + Patrimonio. El recorrido en este espacio es distinto al orden lógico de la antigua vivienda, pues se ingresa a un salón de madera donde se ubicaban la cocina y el comedor.
En este gran salón se resumen los avances de la economía de la ciudad y del sistema monetario, luego de la Independencia del país en 1821, lo que motiva la creación de las primeras monedas nacionales y los boletos de café para empresas privadas. Asimismo, se hace un recuento del auge de los medios de comunicación y de transporte, impulsados por el establecimiento de un sistema de correos, el telégrafo, la construcción de la “Carretera Nacional”, los ferrocarriles al Atlántico y al Pacífico, y el tranvía.
Variedad de objetos históricos y fotografías antiguas -algunas de ellas en blanco y negro- trasladan al visitante al siglo XIX, cuando la ciudad de San José se consolida como centro económico y político, logrado en buena medida por la actividad cafetalera, y también como epicentro militar del país. Dan cuenta de ello una prensa troqueladora de monedas, un carruaje de lujo y un muñeco de cambio de vía férrea -de los que todavía se encuentran en varios lugares del país- y un cañón de avancarga.
En este punto de la exposición, ahora en el salón principal de la antigua casa, se explican el intenso crecimiento urbano y el desarrollo de los oficios artesanales, del trabajo obrero, de las actividades bancarias, de los profesionales y de servicios, así como la pérdida de protagonismo de la religión en la escena cultural, en las artes y en la arquitectura debido a la secularización del Estado liberal.
Avanzando en el tiempo, la muestra aborda la explosión urbana de la capital en los siglos XIX y XX. Casas, comercios, parques y edificios públicos llenaron el espacio con variedad de estilos arquitectónicos. Teatros, cines y diversidad de actividades en parques y plazas se convirtieron en las actividades sociales y de ocio preferidas por los josefinos. Colegios y universidades ampliaron las oportunidades educativas y laborales, y las mujeres se involucraron de manera creciente en actividades productivas, sociales, culturales, científicas y políticas.
EDUCACIÓN, SALUD Y PATRIMONIO
En tres espacios de la casa del primer comandante, utilizados en su tiempo como dormitorios, se relata el impacto de la educación y la salud en los costarricenses y, en particular, en los habitantes de San José. En un pequeño espacio central, ambientado en alusión a un estudio fotográfico, se reflexiona sobre la importancia de las memorias de los josefinos y del patrimonio de la ciudad, el cual va más allá de calles, bienes culturales e imágenes, e integra experiencias y prácticas históricas de sus habitantes, trabajadores y transeúntes, incluso aquellas ya desaparecidas.
A la izquierda, una de las habitaciones muestra la intimidad de una casa josefina. Un dormitorio con muebles que pertenecieron al expresidente de la República León Cortés Castro (1882-1946), donados por su nieta Julita Cortés, permite apreciar un estilo de vida y algunas de las preferencias en la moda de la época.
En la esquina de la casa, las ventanas de este salón permiten observar al exterior la avenida Central, con el Castillo Azul como vecino, y el actual boulevard Ricardo Jiménez, que delimita el costado este del Museo.
En el interior, una silla de ruedas de mediados del siglo XX, que perteneció al Hospital San Juan de Dios, junto con una gran biblioteca y un escritorio, ambientan un estudio e ilustran el recuento de los avances de aquellos años en los campos de la educación y la salud.
Entre 1845 y 1970 se construyeron en San José cinco centros médicos para la atención de una gran cantidad de habitantes, no solo de San José sino del país en general, tales fueron el Hospital San Juan de Dios, el Hospital Calderón Guardia, el Hospital Nacional de Niños, el Hospital México y el Asilo Chapuí. Y en el ámbito educativo, destacan la creación del Liceo de Costa Rica, el Colegio Superior de Señoritas y la Universidad de Costa Rica.
Finalice su recorrido disfrutando del jardín de la casona, colindante con el boulevard Ricardo Jiménez. El corredor volado, con su cálido piso de ladrillos, las paredes de madera y el verdor de las plantas, le invitarán a hacer una pausa en el ajetreado ritmo de la ciudad capital.











