La piedra viva de río o de coladas volcánicas o afloramientos de cuarzos y pedernales siempre estuvieron a disposición de los habitantes originarios de Costa Rica y representan los materiales que desde el principio pusieron a prueba las habilidades y destrezas de los finos talladores capaces de convertir, con técnicas muy refinadas, bloques de piedra en espectaculares puntas de proyectil, tal y como lo hacían los habitantes paleoindios hace 12 mil años.

La industria lítica evolucionaría posteriormente a formas especializadas para la producción de hachas para el corte y tallado de madera, produciendo hachas obtenidas bajo la técnica del pulido para lograr instrumentos más eficientes en la carpintería y tala del bosque, para dar espacio a los asentamientos y a los campos de cultivo.

Escultura en piedra

Poco después de la aparición de la alfarería, cierto tipo de piedras cuyas propiedades facilitaron el labrado con martillos y cinceles de piedra, permitieron el desarrollo de la escultórica o lapidaria por medio de la cual grandes bloques de rocas eran convertidos en metates, asientos, esculturas, altares, lápidas funerarias y esferas.

Si bien la función primaria de muchos utensilios de piedra los hace casi indiferenciables por región, llegaron a consolidarse estilos escultóricos muy propios de cada una. El tamaño, complejidad y las imágenes representadas en muchas de estas piezas van de la mano con conductas chamanísticas y guerreras que tipificaban a las élites y exaltaban su poder.

Glíptica

La glíptica, el arte de labrar piedras muy duras, finas o consideradas preciosas, se utilizó en la elaboración de artesanías en piedras como el jade, ágatas y serpentinas, entre otras. Estas representaciones previeron el conocimiento de sofisticadas técnicas ancestrales para cortar, perforar, grabar y pulir.

El jade fue particularmente recurrente, si bien la mayoría de piezas convertidas en adornos personales se realizaban con piedras locales de tonos verdosos, blanquecinos o azulados, indistintamente translúcidos u opacos. Mientras tanto, muchas otras piezas o bloques de auténtico jade, se presume provenía de la importación a territorio costarricense del valle del río Motagua en Guatemala.

Otras materias primas, de gran valor para los indígenas prehispánicos, las constituyen los vidrios volcánicos u obsidianas que, como la jadeíta, también tuvieron origen foráneo.

Base de datos

El Departamento de Antropología e Historia del MNCR maneja un inventario digitalizado de las colecciones de lítica de Costa Rica, organizado a nivel de sitio arqueológico. Muestra procedencia específica y descripción de cada artefacto según materia prima, dimensión, industria lítica y función adscrita.