En Costa Rica residen 8 pueblos indígenas distribuidos en 24 territorios. En el Pacífico Sur, en Buenos Aires de Puntarenas se ubica el territorio Brunca con más de 4000 habitantes, distribuidos entre los asentamientos de Boruca y Rey Curré. De ellos, más de 2500 personas son población indígena. Cada año, entre el 30 de diciembre y el 2 de enero, el Juego de los Diablitos se realiza en la localidad de Boruca, y desde 1979, en la comunidad de Rey Curré, tiene lugar el último fin de semana de enero o el primer fin de semana de febrero. Esta tradición ancestral recrea las vivencias de la conquista española en nuestro territorio. El ritual reafirma la lucha permanente de la comunidad indígena por preservar sus tradiciones, territorio, idioma y creencias; y se reconoce como la fiesta cultural más importante del pueblo Brunca. El Juego de los Diablitos fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de Costa Rica en el 2017, convirtiéndose en la primera manifestación indígena del país en ostentar el reconocimiento de Patrimonio Intangible.




El juego tiene diferentes etapas, las cuales son la Nacencia, Lucha, Descanso, Reinicio, Guardar el toro, Tumbazón y Quema. Para anunciar el inicio o finalización de alguna etapa del juego se utilizan bombas que, impulsadas por una carga de pólvora negra explotan en el aire. La persona responsable de las detonaciones recibe el mote de “Bombero”.




El juego de Los Diablitos, representa la lucha que se dio en el pueblo Brunca contra la esclavización por parte de los conquistadores. El Toro (Saman, en idioma Brunca) representa al conquistador español que llegó a invadir, y hace recordar con sus embestidas la esclavitud y el dolor del pueblo brunca. Consiste en una estructura de ramas de guayabo, forrada con tela de gangoche, y una “cara” de toro tallada en madera de cedro y con cuernos reales.





El juego tiene roles y jerarquías. El diablo mayor es quien manda y decide cuando se inicia, cuando se descansa y demás. Este utiliza un caracol para emitir un sonido que anuncia las etapas del juego. El llamado del caracol en posesión del Mayor es una orden para que haya un nacimiento. Un nacimiento en la oscuridad de la noche. Su sonido es un mandato para que el diablito luche, proteja, muera y reviva por su pueblo en cenizas, por su pueblo Brunca.




Los diablitos, personificados en las coloridas máscaras, representan a la comunidad indígena que se resiste incansable a la conquista. Al ritmo del tambor, la flauta, la guitarra y el acordeón, que animan el encuentro, los diablitos azuzan al toro y confabulan para emboscarlo y derrotarlo. Mientras tanto, el toro los embiste intentando tumbarlos y quebrar sus máscaras.




Las personas disfrutan de las comidas tradicionales puestas en venta para el público. Se encuentran en un puesto instalado por la Asociación de Desarrollo contiguo al Salón Comunal, en el centro del pueblo.




Las mejores locaciones siempre son ocupadas por los más jóvenes, un poco por temor de estar cerca del toro y por otro lado para no perderse ningún detalle.




El juego se realiza en los patios frente a las casas de los miembros de la comunidad. Estos, con anticipación, han avisado al Diablo Mayor que la chicha (tradicional bebida alcohólica hecha a base de maíz) está lista, y que los esperan. Se va construyendo así un recorrido de casa en casa, por los pequeños caminos que comunican las diferentes casas entre sí.




Se amarra el chancho y se mata rápidamente. En un par de horas habrá sido limpiado, pelado y destazado. La carne se reparte entre familiares. La olla con los chicharrones comienza a burbujear, inicia la preparación de los tamales. Luego, se ahumará el resto de la carne sobre el fogón.




Guillermo "Memo" Maroto Morales (30/04/1932 – 03/05/2017) uno de los diablos mayores de Boruca durante el almuerzo en la casa de don Ismael González.




María Fernández realiza los tamales de arroz, especialidad culinaria de fin de año en la comunidad y que sólo aquí se preparan. Receta muy sencilla envuelta en hoja de bijagua se cocina en agua hirviendo durante varias horas.




La lucha ha terminado en este patio. Los jugadores descansan unos minutos o tal vez siguen de una vez, nuevamente recorriendo los caminos entre las casas con sus gritos tristes.