Colibrí Joya entre Flores

25 de Mayo – 22 de Agosto 2018

Son diminutos, pero de vuelo rápido, y su plumaje encanta por la variedad de colores que brillan y cambian de tono con la luz. Polinizadores por excelencia, gracias a sus particulares picos adaptados a las flores de las que se alimentan. Estas vivaces y hermosas aves son las protagonistas de la exhibición Colibrí joya entre flores, una muestra de 34 fotografías artísticas que presentan Chuck Fritsch, Cindy Walpole y Julio Peña en el Museo Nacional de Costa Rica.

La exhibición exalta la belleza de 30 especies de colibríes que habitan en diferentes localidades y microclimas del país, desde las playas hasta las montañas, a unos 3,500 metros de altura.

Numerosas giras, muchas a lugares remotos de difícil acceso, el traslado de equipo especializado y miles de tomas han sido necesarias para lograr las imágenes que hoy reúne la muestra.

El trabajo artístico de los fondos da el marco idóneo para resaltar aún más a los colibríes en sus distintos ángulos, solos o en parejas, en pleno vuelo o tomando el néctar de alguna flor. La composición permite observar a la naturaleza de una manera que es a la vez realista e imaginaria.

Colibríes – Encanto Vulnerable

La familia de los colibríes es la segunda más diversa de Costa Rica con 52 especies, casi un 6% de la diversidad de aves del país. Es una familia de origen tropical, por lo que solo existe una especie migratoria. Son los pájaros más pequeños y rápidos para volar. Agitan sus alas hasta 90 veces por segundo, por lo que fotografiarlos implica muchos retos. Al igual que otros animales, los colibríes enfrentan amenazas por la pérdida de su hábitat y algunas especies ya están extintas.

El objetivo de Fritsch, Walpole y Peña con su proyecto, iniciado desde el 2009, es aumentar la conciencia de estos tesoros voladores a nivel internacional y en Costa Rica, con obras de arte que revelan su extraordinaria belleza.

Colores vibrantes – Fotografía de alta velocidad

Los colores vivos del plumaje de los colibríes provienen de iridiscencia en lugar de pigmento. Al igual que la iridiscencia del aceite sobre el agua, el color que se ve depende del ángulo de la fuente de luz. En cualquier momento, una pequeña fracción del total del ave muestra su verdadero color.

Para captar esas tonalidades con el lente de una cámara y fijarlo en una imagen, los fotógrafos utilizan la técnica de la fotografía de alta velocidad y han depurado el método con los años y muchas horas de investigación. Prefieren fotografiar colibríes que vuelan libres en la naturaleza o en lugares donde están acostumbrados a los bebederos, por lo que instalan un pequeño estudio sombreado al aire libre y los atraen con agua azucarada.

En el instante de fotografiar, mientras se “disparan” cientos de tomas, las aves son iluminadas con luces estroboscópicas (flashes) de baja potencia, desde 14 ángulos distintos, que revelan los colores de todo el pájaro. La cámara se configura para que tome una imagen completamente negra con la luz ambiental, pero gracias a la iluminación externa se logra captar detalles y colores que no son visibles a simple vista.

De miles de imágenes tomadas en uno solo día, entre 5000 y 20 000, unas pocas llegan a ser seleccionadas como la base de una obra de arte. Así inicia un proceso cuidadoso de prueba y error, hasta que se escoge la imagen que llegará a ser impresa. Utilizando sus propios equipos de impresión, los fotógrafos se garantizan que los colores plasmados sean lo más parecido a la vida real.

Los Fotógrafos

Chuck Fritsch, Cindy Walpole y Julio Peña en la exhibición Colibrí joya entre flores, en el Museo Nacional de Costa Rica. Mayo 2018.

Chuck, Cindy y Julio son fotógrafos aficionados, pero con mucha experiencia.

Chuck Fritsch es estadounidense. Desde los 12 años aprendió las técnicas fotográficas de revelado en cuarto oscuro. Cuando la fotografía digital apareció, Fritsch se enfocó en conocer las nuevas técnicas en fotografía rápida, iluminación, gestión de color y software.

Cinthya Walpole es costarricense, radicada en los Estados Unidos. Creció en Costa Rica, por lo que ha estado íntimamente conectada con el mundo natural desde temprana edad. En 1987 retomó su pasión por la fotografía de la vida silvestre, que la ha llevado a los desiertos de Namibia, las selvas de Costa Rica, la Antártida y a los Everglades de Florida.

Julio Peña tiene una pasión por la fotografía que volvió a encenderse cuando su hermana Cindy le pidió que trabajara con ella y su esposo Chuck en el proyecto de fotografiar los colibríes de Costa Rica. Tiene un conocimiento íntimo del país y una gran voluntad para experimentar con equipos de fotografía en circunstancias difíciles.