Historia Natural2025-11-26T12:44:51-06:00
A lo largo de millones de años, los cactus han desarrollado adaptaciones y formas sorprendentes, estrategias ingeniosas y relaciones diversas para sobrevivir, protegerse y reproducirse.
Los cactus se encuentran entre las plantas más resistentes a la aridez y, por consiguiente, están adaptadas, prosperan y son más abundantes en regiones muy áridas y desérticas. Sin embargo, en países tropicales, como Costa Rica, la mayoría de las especies se encuentran principalmente en bosques muy húmedos y pluviales donde crecen como epífitas o hemiepífitas.
Se supone que algunas de las mismas adaptaciones de los cactus para sobrevivir en los desiertos (por ejemplo, la falta de hojas y la suculencia), también les ayudan a prosperar en este hábitat donde el agua es relativamente abundante, pero muy pasajera.
Adaptaciones
Los cactus están adaptados para vivir en ambientes extremos donde el agua es un factor crítico. Su adaptación más visible es la reducción y transformación de sus hojas en espinas, brácteas o escamas, una estrategia que contribuye a reducir la pérdida de agua y, al mismo tiempo, actúa como defensa contra herbívoros.
Ante la ausencia de hojas, los tallos verdes asumen un gran protagonismo, realizando la tarea de la fotosíntesis usualmente mediante un mecanismo muy eficiente (metabolismo CAM), que les permite mantener los estomas cerrados en el día y abiertos por la noche para reducir la pérdida de humedad (intercambio gaseoso nocturno). Además, usualmente están cubiertos por una cutícula cerosa que evita la evaporación y refleja parte de la radiación solar.
Adicionalmente, los tallos suculentos, engrosados y muchas veces estriados o acostillados, pueden almacenar grandes reservas de agua y expandirse y contraerse sin sufrir daños, lo cual les permite enfrentar largos periodos de sequía.
La presencia de espinas, además de la protección contra depredadores y la reducción de la evaporación, permite condensar la humedad del aire, para favorecer su propia hidratación y con frecuencia contribuye a la dispersión y propagación vegetativa, cuando asociadas a rebrotes, estos se desprenden y se enganchan al pelaje de los animales.
Finalmente, las raíces de los cactus son generalmente superficiales y extendidas, para captar de forma inmediata y eficiente el agua escasa o muy pasajera.
Floración y polinización
Según datos de las colecciones del Herbario Nacional, a lo largo de todos los meses del año siempre hay especies nativas de cactus floreciendo (al menos 4) y en general se presenta un pico de floración a inicio de la época lluviosa (abril, mayo, junio), lo cual parece sugerir que cambios drásticos de humedad, hacia una mayor disponibilidad de agua, podrían ser un estímulo para la floración. Entre las especies que más se mantienen en floración durante el año están: Epiphyllum cartagense (feb.–jun., ago., set., dic.), Selenicereus costaricensis (abr.–set.) y Weberocereus tunilla (ene.–oct., dic.).
Por otra parte, los cactus presentan numerosas estrategias de polinización y una gran variedad de polinizadores, dependiendo de su hábitat y morfología, aunque en todos los casos dependen enteramente de los animales como agentes polinizadores. Esta diversidad se refleja en flores de distintos tamaños, colores y horarios de apertura.
Las especies epífitas de bosques muy húmedos y muchos cactus columnares suelen producir flores grandes, efímeras, fragantes y de tonos claros que se abren por la noche para atraer murciélagos o mariposas nocturnas, o al amanecer para recibir visitas de aves, abejas y otros insectos.
En otros casos (como en los cactos globosos y en las Opuntia), comunes de zonas áridas, se presentan floraciones diurnas más prolongadas. Sus flores, generalmente pequeñas y de colores intensos como amarillo, naranja, rojo o rosa, están adaptadas a la polinización por colibríes, abejas, escarabajos y una variedad de insectos.
Las flores grandes, pero nocturnas y de corta duración o las flores diurnas más duraderas, pero pequeñas, ayudan a minimizar la pérdida de agua durante la floración.
Dispersión de semillas
Los frutos carnosos, jugosos y coloridos de los cactus atraen aves y murciélagos frugívoros que dispersan sus semillas y son sus principales vectores de dispersión. Hay también interacciones en la dispersión de semillas a través de mamíferos terrestres y hormigas que actúan a escalas más locales.
En las especies que producen frutos con espinas (como algunas Opuntia), estos pueden adherirse al pelaje de animales grandes, contribuyendo a la dispersión de forma accidental.


























