Mamíferos que llegan a las casas

En los últimos años han crecido los casos y quejas sobre mamíferos silvestres que ahora llegan a las casas y algunas veces hacen daños. No es nuevo, en realidad las viviendas rurales siempre han tenido esta clase de visitantes en mayor o menor medida. Sin embargo, en la ciudad no era tan corriente.

Mamíferos silvestres y humanos

Entre los mamíferos, muchas especies han tenido que sobrevivir adaptándose a los ambientes urbanos, de modo que a menudo un fragmento de bosque, un corredor de vegetación por un río y recursos alimenticios adecuados, les bastan para sobrevivir o esconderse. Cuando esto sucede y si sus excursiones en busca de comida apuntan a un caserío o vivienda, pueden entrar conflicto con sus vecinos humanos y con los animales domésticos.

En el pasado para los indígenas este acercamiento de fauna silvestre a sus áreas de cultivo, por ejemplo, era motivo para poder cazarlos y obtener así la proteína necesaria en su comida. Eso algunas veces se ha denominado “cacería de huertas”.

Mapache (Procyon lotor)

Mapache (Procyon lotor). Foto Silvia E. Bolaños.

Medidas para la convivencia con mamíferos silvestres

La solución para el manejo de los mamíferos, por supuesto no es matarlos. Pueden haber varias opciones, algunas de las recomendaciones son:

Murciélagos

Los murciélagos están entre los mamíferos que causan mayor temor entre muchas personas, debido a su figura y costumbres nocturnas. Pocas especies habitan cerca de los centros urbanos de la ciudad, donde los parques de San José, por ejemplo, son aprovechados como áreas de refugio o alimentación. Algunas especies comunes son el murciélago frutero de Jamaica Artibeus jamaicensis y el murciélago candelero Carollia sp., ambos se alimentan de frutos y viajan a gran distancia, siendo de importancia para las plantas, pues ayudan a dispersar sus semillas.

Pero también existen algunas especies de murciélagos insectívoros, valiosos auxiliares que vuelan a gran altura devorando grandes cantidades de insectos. Pueden utilizar huecos en árboles de los parques o edificaciones viejas para guarecerse durante el día. Se pueden ver volando a gran altura, baja altura, incluso entran buscando insectos en edificaciones durante las noches. Durante estas visitas o cuando escogen algún lugar de dormitorio pueden ensuciar el piso, escritorios, mesas, provocando incomodidad a personas.

Algunas medidas son: Iluminar a gran intensidad el área donde se ubican los murciélagos. También aprovechar su ausencia en horas de la noche y tapar con cedazo fino todas las posibles entradas, pero como todo caso esto es variable y no siempre las soluciones son prácticas y es necesario buscar información adicional.

Otras opciones que se suelen dar son colgar tiras de papel, discos compactos que ya no se usen y hasta globos, de modo que eso resulte perturbador para ellos y tal vez desistan de entrar en el sitio.

Murciélago frutero de Jamaica (Artibeus jamaicensis).

Murciélago frutero de Jamaica (Artibeus jamaicensis). Foto Francisco J. Durán.

Ardillas, zorros pelones, mapaches, comadrejas y tolomucos

Ardilla variegada o chiza (Sciurus variegatoides).

Ardilla variegada o chiza (Sciurus variegatoides). Foto Ghisselle Alvarado.

Zarigüeya, Zorro pelón (Didelphis marsupialis).

Zarigüeya, Zorro pelón (Didelphis marsupialis). Foto Francisco J. Durán.

Mapache (Procyon lotor)

Mapache (Procyon lotor). Foto Francisco J. Durán.

Otros vecinos que a veces llegan a nuestras ciudades incluyen a la ardilla variegada o chiza, el zorro pelón, un viejo conocido de las casas campesinas; y el mapache, inteligente y de una gran habilidad manual. Eso por citar algunos. Si mencionamos zonas como La Carpintera y Cerros de Escazú tan cercanos a algunos poblados, por supuesto nos podríamos encontrar con más especies como la comadreja y el tolomuco, dos carnívoros cazadores de pequeños roedores silvestres, pero que podrían traer alguna incomodidad en el vecindario de las gallinas.

Aunque sus visitas pueden resultar molestas, también hay una serie de normas que se pueden seguir para convivir sin mucho problema.

Por ejemplo, los mapaches llegan buscando comida fácil en los basureros y los sobros que dejan los perros. Entonces evitar echar desperdicios de comida al aire libre, recipientes bien tapados de basura, preferiblemente en alguna parte fuera del alcance de los curiosos visitantes y recoger los sobros de comida del perro, son ejemplos de algunas medidas que se pueden tomar para que estos vecinos enmascarados se den cuenta que este sitio no es un restaurante, ni sala de reuniones. Además, se evita el conflicto con perros y gatos, lo que puede resultar fatal para las mascotas. Los mapaches solo se están defendiendo en tal caso, no es ninguna maldad.

Si tiene aves de corral, como codornices o pequeños pollos, que pudieran ser capturadas por los zorros o comadrejas, estarán seguras en encierros con cedazo muy fino y bajo llave, por lo menos durante la noche. Hay que recordar que la comadreja posee una flexibilidad increíble para penetrar por pequeños espacios, lo que ha dado pie a una especie de leyenda sobre que no tiene huesos.

Si lo que quiere evitar es que las ardillas tomen los frutos de algunos árboles, una opción podría ser poner una lámina de metal ajustada alrededor de los troncos de árboles aislados, para evitar que las uñas de estos trepadores se agarren, resbalen y entonces no puedan subir a robar frutas. Claro que, si las copas de los árboles se juntan, esto no es tan práctico. En tal caso, tal vez una poda periódica cortando ramas y separando los “caminos aéreos” pueda ofrecer alguna solución temporal. Hay que tomar en cuenta la habilidad saltadora de las ardillas, así que las ramas no pueden quedar tan cercanas.

A veces, aunque no siempre, la sola presencia de un perro será suficiente para alejar a algunos de estos simpáticos pero traviesos animales.

En todo caso la muerte, no debe ser opción, excepto en casos muy extremos. Ellos estuvieron primero antes de ser expulsados a sitios alejados. Ahora no es que busquen conquistar su anterior espacio, es algo así como un retorno al viejo hogar. Si nos incomodan tratemos de hacérselo saber de forma pacífica con medidas como las anteriores u otras más efectivas que conozca.

AUTOR: Francisco J. Durán, Mastozoólogo

Departamento de Historia Natural
Museo Nacional de Costa Rica
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