GOLFO DE NICOYA E ISLAS
Se considera que los pueblos prehispánicos de tierra firme fueron los que poblaron las islas del golfo de Nicoya en Guanacaste (Creamer 1983; Guerrero 2005a). Estas tuvieron gran protagonismo en tiempos prehispánicos; sobre todo, en la extracción de recursos marinos costeros (sal, pescado, moluscos, perlas y otros) o el intercambio de cerámica y lítica con las poblaciones de tierra firme, que se extendieron hasta lo que hoy llamamos México y Panamá (Creamer 1982, 1983; Chávez 1994; Ibarra 2002; Guerrero 2005a, 2005b).
Tanto así, que de acuerdo con la etnohistoriadora Eugenia Ibarra (2002), entre el 1350 y 1550 d.C., se presentaban conflictos interétnicos entre las poblaciones prehispánicas; la razón era controlar el golfo de Nicoya debido a su importancia como punto de movilización, comunicación e intercambio. Además, se estima que la isla de Chira era “el centro del sistema y el eje del movimiento de mercancías” (Creamer 1982:19).
En el área del golfo de Nicoya se han logrado ubicar y registrar unos 165 monumentos arqueológicos.
El primer europeo en llegar a la zona del golfo fue Gaspar de Espinosa en 1519, quien lo nombró “Golfo de San Lucar” (Hartman 1907; Fernández Guardia 1927; Solano 1972; Creamer 1983), pero no fue hasta 1522 que Gil González de Dávila se convirtió en el primer europeo en navegar las aguas del golfo (Hartman 1907; Fernández Guardia 1927; Meléndez 1977; Creamer 1982, 1983; Ibarra 2002). El cronista Fernández de Oviedo (1976) en su visita reporta que las islas se encontraban habitadas y eran fértiles (Creamer 1982, 1983; Chávez 1994).
La región mencionada juega un importante papel en la arqueología e historia del país, al ser el punto principal de encuentro entre culturas prehispánicas.
SAN LUCAS
La isla San Lucas era conocida por los indígenas como Chara (Jinesta 1940; Fernández de Oviedo 1976; Stone 1977; Creamer 1982, 1983; Herrera 2005; Guerrero, Villalobos y Sánchez 2008), y se estima que estuvo habitada por los corobici y un grupo no identificado. Estos habitantes evidencian haber tenido una cultura basada en la pesca (Hartman 1907; Stone 1958, 1966), debido a que la cerámica presenta decoraciones asociables a nutrias, tortugas y camarones (Stone 1958, 1966).
REGISTRO ARQUEOLÓGICO
Como producto de investigaciones e inspecciones realizadas en la isla, en la base de datos de Monumentos Arqueológicos Orígenes del Museo Nacional de Costa Rica (MNCR), existen registrados un total de ocho monumentos arqueológicos de carácter prehispánico (MNCR 2021). Estos monumentos evidencian la presencia de grupos humanos que habitaron la isla a partir del 300 d.C. hasta la llegada de los españoles.
Además, también se han registrado tres monumentos como patrimonio cultural subacuático y uno más que corresponde a un cementerio histórico que se asocia con la época de los primeros años que se usó la isla como presidio.
Una investigación llevada a cabo a finales de la década de los 1970 se limitó a ubicar ocho de esos monumentos y realizó excavaciones en uno: Punta Vigilante Alta (P-461 VA). Visitas de arqueólogos del Ministerio de Cultura y Juventud, del Museo Nacional de Costa Rica y de una persona de la Universidad de Costa Rica generaron el registro de los demás monumentos.
Finalmente, los tres pecios se encuentran en proceso de registro e investigación por funcionarios del MNCR, quienes en enero del 2020 estuvieron en la isla realizando una inspección arqueológica.
Tres monumentos corresponden a naufragios, otros tres a materiales dispersos, siete son concheros, uno es funerario y dos son conchero-funerarios.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS
A la fecha, solamente en dos de los monumentos arqueológicos registrados en la isla se han realizado excavaciones: Punta Vigilante Alta (P-461 PVA) y Cementerio penal (P-856 CP).
PUNTA VIGILANTE ALTA (P-461 PVA)
Se caracteriza por presentar sectores funerarios y domésticos. Durante las excavaciones realizadas por la investigadora Winifred Creamer, entre los materiales recuperados se encontró cerámica y lítica, así como un artefacto de metal (oro o guanina): se presume que posee origen foráneo. Además, se reporta la excavación de los restos óseos humanos de siete individuos con evidencias de haber padecido osteoporosis (Creamer 1983).
En Punta Vigilante Alta se evidenciaron actividades de pesca, recolección de moluscos y de agricultura.
CEMENTERIO PENAL (P-856 CP)
Consiste en un cementerio histórico asociado con el penal de la isla, que fue investigado por el MNCR en 2006, 2008 y 2009. La evidencia cultural hallada durante las etapas de excavación ha consistido en los restos óseos de doce individuos; algunos asociados con artefactos de carácter personal que formaron parte del vestuario o decoración de los mismos. Entre estos artefactos hemos distinguido botones, hebillas y colgantes. También se hallaron otros objetos como clavos, balas y otros fragmentos metálicos (Guerrero, Villalobos y Sánchez 2008 y 2010).
Se ha logrado detectar que la mayoría de las patologías encontradas en cementerio penal se asocian a problemas con la absorción de minerales o nutrientes.
PATRIMONIO CULTURAL SUBACUÁTICO
Una de las particularidades de la isla es que también cuenta con patrimonio cultural subacuático. Esto debido a que en sus aguas se encuentran tres pecios o restos de una embarcación.
Desafortunadamente, el estado de conservación de los restos es muy mala y los remanentes observables no permitieron determinar una ubicación cronológica para dos de ellos; sin embargo, los restos de la maquinaria hallados en el sitio Pecio San Lucas-3 permiten ubicar la embarcación entre los años 1807-1860, debido a que es del tipo que se utilizaba para propulsar las ruedas de paletas posteriores o laterales.
La historia de la isla San Lucas es más de lo que se puede ver en sus edificaciones y demás restos culturales visibles asociados con la época del penal. Esta historia también tiene un muy complejo pasado que incluye el componente prehispánico, que aún posee mucho potencial para la investigación; máxime si se considera el patrimonio cultural subacuático, cuya investigación se encuentra en una etapa inicial en el país.
Ningún lugar en el país conforma un paisaje cultural tan particular, diverso y completo como el que posee la Isla San Lucas. Su investigación, protección y puesta en valor debe ser prioridad nacional, lo que, junto a su condición de Parque Nacional por un lado y la declaración de patrimonio arquitectónico de las instalaciones que conformaban el antiguo penal, la convertirán en uno de los lugares de atracción turística más importantes del país.